Inteligencia Espiritual: somos seres espirituales

Se habla de mucho de inteligencia racional (IQ), de inteligencia emocional, pero poco sobre inteligencia espiritual. Se preguntarán ¿qué es la inteligencia espiritual? Puedo decirles, que es nuestra capacidad de administrar nuestra paz interna a pesar de lo que nos pase externamente, ser flexibles, poseer un alto nivel de conciencia de sí mismo. Es la capacidad de afrontar y trascender el dolor y el sufrimiento.

¿Cómo somos seres espirituales? viviendo una experiencia física; y hasta podríamos confundir religión y espiritualidad, sin embargo, no es lo mismo. Puede haber personas con inteligencia espiritual y no pertenecer a ningún credo y lo inverso, personas dentro de un dogma que no logran una conexión, por supuesto, hay personas muy religiosas y además muy espirituales.  

Las personas con inteligencia espiritual desarrollada, logran tener una capacidad de visión de la realidad sin prejuicios, alcanzan la verdadera felicidad, a través de su paz interior, porque viven en coherencia y armonía con el universo o con su fe. 

Las personas espiritualmente inteligentes presentan las siguientes características: 

  • Encuentran profundidad en las relaciones con otras personas, porque logran ver aquello que las une y no lo que las diferencia entre sí.  
  • Disfrutan de la belleza de todo lo existente en el mundo. Por ejemplo: el mar, los colores de la naturaleza, la compañía de las demás persona…
  • Se entregan a los demás sin complejo, ni sentimiento de culpa.
  •  Desarrollar un pensamiento crítico existencial de la vida, la muerte y el propósito de estar en este mundo.

 La vida nos pone frente a situaciones que nos impulsan a crecer y a elevarnos hacia esa búsqueda, como puntos que se unen o piezas de lego que encajan. Todo en nuestro entorno toma sentido y aparecen nuestros maestros de vida (aprendizajes, mentores, libros) que nos abren la puerta hacia esta nueva dimensión donde adquirimos conciencia de que somos más que el cuerpo físico, nuestra mente y las emociones. Entonces, aprendemos a desarrollar estados de conciencia y aprendemos a dominarlos mediante la meditación, la oración, el silencio, la reflexión, etc.

Si hacemos una analogía entre el ser humano y un automóvil, diríamos que la mayoría de la gente va conduciendo su vida, con su ser espiritual guardado en la maletera y quien maneja el auto es el ego.  Sin embargo, cuando trabajas en tu inteligencia espiritual llevándola como copiloto de tu vida, empiezas a convertirte en una persona que responde con el alma, esto es, con amor, paz, servicio, compasión y mucha empatía. 

Yadira Mena

Nicaragua

Generación 10

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